10 agosto 2011

Cuento Mencionado




La Gran Oferta.

Había una vez en Villa Ballester una niña llamada Lulú, que se había mudado junto a su mamá y a su papá, a una antigua casa. Su madre era química y su padre antropólogo, por dicho motivo la niña pasaba mucho tiempo sola en la casa y se divertía jugando en todos sus rincones con sus amigos invisibles.

A los pocos días que estaban habitando en la nueva casa los padres de la pequeña Lulú, Laura y Javier, recibieron la propuesta de que les compraban la casa al doble o incluso el triple de su valor original, para poder construir un edificio de muchos pisos en su lugar. Los padres les pidieron unos días para poder pensar la oferta; entonces los interesados decidieron esperar la llamada con una respuesta. La niña urgando por la casa encontró una ficha de metal muy llamativa por lo que decidió guardarla en el bolsillo de su pantalón.
Jugando en el sótano de la casa descubrió un pasadizo secreto que conducía a la misma casa en una época pasada. Allí observó a todos los niños que habían habitado en esa casa, desde el primero hasta el anterior a Lulú. Todos tenían una ficha similar a la de la pequeña y todas encastraban a la perfección. Resulto ser que todas las fichas formaban un pequeño aparato, como una i pod, que mostraba el futuro y el pasado de la casa. Todos los niños tenían dos características similares: eran hijos únicos y sus padres no pasaban mucho tiempo con ellos. En esa máquina que mostraba el pasado y el futuro, se podía ver cómo antes, los niños se divertían jugando al aire libre, en todos los rincones de la casa y podían observar como en el futuro si construían un edificio, no lo harían.
Lulú, luego de ver todo, volvió a su tiempo y llamó a sus padres para que fueran con ella. La pequeña niña, les mostró las imágenes de cómo en el futuro la casa, reemplazada por un gran edificio, iba a estar habitada por niños tristes , debido a que no podrían jugar al aire libre bajo el sol, porque ya no habría pasto y todo sería sombra, sólo habría una pequeña terraza, llena de tenders con ropa. También pudieron observar como los niños no iban a tener lugar dónde jugar y la alegría de la casa desaparecería cuando la demolieran. Laura, Javier y Lulú pudieron ver, además, como cambió la casa a lo largo del tiempo: el salón principal, del fondo de la casa que daba a un patio interior, había sido agrandado, achicando otra habitación y una rampa del sótano había sido anulada. Las ventanas no tenían rejas, la cocina había sido modificada y con el paso de los años se habían colocado más luces debido a los robos.
Laura y Javier, reflexionaron la propuesta y tomaron la decisión correcta, gracias a Lulú y a sus amigos… LA GRAN CASONA NO SE VENDE!!!




por Estefanía Loisa*








* Este cuento ha recibido una mención en el certamen literario organizado por Centro Universitario de Villa Ballester. Felicitaciones a su autora.